El verano de 2025 ha dejado una cicatriz profunda en la economía europea, una herida abierta por la furia de fenómenos meteorológicos extremos que han puesto en jaque la estabilidad y el bienestar del continente. Sequías implacables, olas de calor asfixiantes e inundaciones devastadoras han configurado un escenario apocalíptico que, según un reciente estudio, tendrá un coste superior a los 43.000 millones de euros solo este año.
La investigación, liderada por la Universidad de Mannheim, va más allá de la mera contabilización de los daños materiales. Los economistas han puesto el foco en el impacto a largo plazo de estos eventos en la productividad, la salud laboral, la inversión, el empleo, la demografía y hasta el sector turístico. Un análisis exhaustivo que revela una realidad alarmante: el cambio climático no es una amenaza lejana, sino una bomba de relojería que está desestabilizando los cimientos de la economía europea.
España, Francia e Italia, tres de las potencias económicas del continente, son las más perjudicadas, con pérdidas superiores a los 10.000 millones de euros este año y que podrían superar los 30.000 millones a medio plazo. La proliferación de canículas y sequías en estos países, combinada con la intensificación de las tormentas y las inundaciones en el norte y el centro de Europa, dibuja un panorama desolador que exige una respuesta urgente y coordinada.
Pero el estudio advierte que las cifras podrían ser aún peores. La dificultad de cuantificar los efectos combinados de los fenómenos meteorológicos extremos y la ausencia de datos sobre otras consecuencias del cambio climático, como los incendios forestales, sugieren que el coste real de la crisis climática podría ser mucho mayor.
Ante esta situación, los investigadores lanzan un llamamiento desesperado a la acción. Es imprescindible adaptarse a los efectos inevitables del cambio climático, invirtiendo en infraestructuras resilientes, desarrollando sistemas de alerta temprana y promoviendo prácticas agrícolas sostenibles. Pero, sobre todo, es urgente reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, la causa principal del calentamiento global.
Europa se enfrenta a una encrucijada. La inacción no es una opción. El coste de no actuar es mucho mayor que el coste de la transición hacia una economía verde y sostenible. La salud del planeta y la prosperidad de las futuras generaciones dependen de la voluntad política de los líderes europeos para tomar decisiones valientes y ambiciosas. El tiempo se agota. El futuro está en juego.
15/09/2025