En Tánger, la ciudad-mito donde se cruzan continentes y civilizaciones, se está filmando algo más que un programa de televisión. Bajo la apariencia de un reality show de éxito llamado “Restaurant Chinois”, lo que realmente está ocurriendo es un sofisticado ejercicio de diplomacia pública, una clase magistral sobre cómo el poder blando (soft power) se ejerce en el siglo XXI: no con discursos, sino con wok y storytelling.
El programa, un fenómeno de audiencias en China, ha trasladado su set a la ciudad del Estrecho para su nueva temporada, «Emprendimiento en África». La premisa es simple: celebridades chinas deben construir y gestionar un restaurante desde cero. Pero la elección del lugar y el tema es todo menos casual. Es una jugada estratégica de una precisión milimétrica.
Oficialmente, la narrativa es la de revivir lazos históricos, evocando al viajero marroquí Ibn Battuta y a su contraparte china Wang Dayuan, tejiendo un hilo de seda entre el pasado y el presente. Sin embargo, el verdadero contexto es la moderna «Ruta de la Seda», la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), de la cual Marruecos es un socio clave en el norte de África. Este programa no es un mero intercambio cultural; es la banda sonora popular que acompaña a los grandes contratos de infraestructuras y las inversiones estratégicas.
La gastronomía actúa aquí como el caballo de Troya perfecto: universal, apolítico y profundamente humano. Mientras los concursantes —seguidos por millones de espectadores— se enfrentan al reto de encontrar proveedores, atraer clientes y gestionar un negocio en un entorno extranjero, proyectan una imagen muy específica de la China moderna: emprendedora, resiliente, adaptable y, sobre todo, colaborativa. El resultado final del programa, un «Plan de Negocios para crear un restaurante chino en el extranjero», transforma el entretenimiento en una herramienta práctica de expansión económica.
El desembarco mediático es masivo. Con más de 1.300 temas tendencia generados y el respaldo explícito de la Embajada de China, “Restaurant Chinois” se ha convertido en un vehículo para normalizar y humanizar la creciente presencia china en África. Ya no se trata de corporaciones anónimas o proyectos gubernamentales lejanos; ahora es el rostro sonriente de una celebridad aprendiendo a negociar en el zoco de Tánger.
Este no es un fenómeno aislado. Es la punta de lanza de una estrategia mediática global con la que Pekín busca moldear su imagen internacional. Mientras que durante décadas Hollywood exportó el «sueño americano» a través del cine, China está utilizando formatos de entretenimiento más directos y aparentemente auténticos, como los reality shows, para exportar su propia narrativa: la del pragmatismo, el trabajo duro y el éxito a través del esfuerzo.
Así, en las calles de Tánger, entre el aroma a especias marroquíes y el crepitar del aceite en las sartenes chinas, se está cocinando a fuego lento el futuro de las relaciones sino-africanas. Y millones de personas lo están viendo en horario de máxima audiencia.
12/09/2024