La ya frágil arquitectura diplomática que intentaba contener la espiral de violencia en Oriente Medio ha sufrido un golpe devastador. Un ataque israelí en suelo catarí contra líderes de Hamás, el martes, no solo ha desencadenado una condena airada de Doha, sino que ha llevado al Primer Ministro del país, Mohammed ben Abdelrahmane al-Thani, a exigir el enjuiciamiento de Benjamín Netanyahu y a «reevaluar» el papel de Catar como mediador crucial. La esperanza para los rehenes en Gaza, según Al-Thani, ha sido «pulverizada».
Las declaraciones del líder catarí, pronunciadas en la cadena CNN, son un barómetro de la magnitud de la crisis. «El ataque que tuvo lugar en territorio de Catar es un atentado contra nuestra soberanía. Ese es el primer punto», sentenció Al-Thani, elevando el incidente a una violación de principios fundamentales del derecho internacional. Pero su reproche fue más allá, calificando la acción como «terrorismo de Estado» y expresando un profundo sentimiento de «traición».
La indignación catarí se asienta en una paradoja. Desde hace años, la oficina de Hamás en Doha ha operado con el conocimiento y, según Al-Thani, la «coordinación y solicitud» tanto de Washington como de Tel Aviv. Sirvió como un canal de comunicación discreto y vital para Gaza, un puente que ahora ha sido dinamitado. «Cuando discutíamos con los israelíes, pensábamos que tratábamos con actores ‘regulares’. Pero Netanyahu, él, no tiene ningún límite», afirmó el Primer Ministro, acusando al líder israelí de haber «matado toda esperanza para esos rehenes» con su decisión.
La reevaluación del rol mediador de Catar no es una amenaza vana; es un punto de inflexión. Doha ha sido la bisagra diplomática que ha facilitado la liberación de rehenes y los escasos intentos de alto el fuego en el conflicto desatado tras el ataque de Hamás del 7 de octubre. «He reflexionado sobre todo el proceso en las últimas semanas, y me he dicho que Netanyahu solo nos está haciendo perder el tiempo», reveló Al-Thani, sugiriendo un profundo hartazgo con la estrategia israelí. La retirada de Catar de la mesa de negociaciones dejaría un vacío casi imposible de llenar, hundiendo aún más las perspectivas de un acuerdo humanitario.
La audacia del ataque israelí es, en sí misma, notable. Dirigir una operación aérea contra líderes de Hamás en Doha, capital de un país aliado de Estados Unidos y anfitrión habitual de conversaciones sensibles, es un ejemplo flagrante de la expansión del conflicto más allá de las fronteras de Gaza. La reacción de Washington no se hizo esperar: el presidente estadounidense Donald Trump, un aliado incondicional de Israel, expresó su «gran descontento», una reprimenda inusual que revela el desasosiego incluso dentro del círculo más cercano de Tel Aviv.
Este incidente se produce después de que Netanyahu lanzara una advertencia pública a las autoridades cataríes, instándolas a «expulsar o llevar ante la justicia» a los terroristas, con la amenaza explícita: «Si no lo hacen, lo haremos nosotros». Aunque la advertencia estaba clara, la ejecución en suelo de un mediador, y en un momento tan delicado, ha generado un terremoto diplomático cuyas réplicas son impredecibles.
Mientras Hamás ha asegurado que sus altos mandos sobrevivieron al bombardeo, reportando seis muertos, Israel se mantiene firme en su juramento de «destruir el movimiento islamista» y ha diezmado a su dirección desde el inicio de la guerra. Sin embargo, la lógica de esa destrucción, cuando se traduce en ataques que socavan la soberanía de los pocos mediadores efectivos, plantea interrogantes existenciales sobre la viabilidad de cualquier solución negociada.
La crisis desatada por el ataque en Doha y la subsiguiente reacción de Catar no es solo un tropiezo diplomático; es un epitafio potencial para los esfuerzos de mediación en curso y una señal escalofriante de que, en la persecución de sus objetivos, el gobierno de Netanyahu está dispuesto a dinamitar hasta los pilares de la diplomacia regional. En este delicado tablero de ajedrez, los únicos perdedores seguros son los civiles y los rehenes, cuya esperanza de un futuro se desvanece con cada movimiento de esta peligrosa partida.
11/09/2025