Un fantasma recorre Alemania: el fantasma de la ilegalización de Alternativa para Alemania (AfD). Miles de ciudadanos han salido a las calles en más de 60 ciudades, incluyendo Berlín, Múnich, Colonia y Hamburgo, para exigir la prohibición del partido de extrema derecha, que tras las elecciones estatales de febrero se ha consolidado como la segunda fuerza política del país.
La movilización, convocada por la red de asociaciones «Zusammen gegen Rechts» (Juntos contra la Derecha), refleja una creciente preocupación por el avance de la AfD. «La AfD no es un partido normal y no debe ser tratado como tal», declaran los organizadores, «es hora de considerar seriamente su ilegalización».
El clamor popular se suma a la controversia generada por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), el servicio de inteligencia interior alemán. Tras un extenso análisis plasmado en un informe de más de 1.100 páginas, la BfV clasificó a la AfD como un partido «extremista» de derecha, considerándolo una amenaza potencial para el orden democrático.
Sin embargo, tras una apelación presentada por la propia AfD ante el tribunal administrativo de Colonia, la BfV se ha visto obligada a suspender provisionalmente su designación, renunciando a referirse públicamente a la AfD como extremista hasta que se pronuncie la justicia. Esta suspensión limita temporalmente el uso de medidas de vigilancia intensificadas que la BfV justificaba con la clasificación de extremismo.
A pesar del revés judicial, la BfV mantiene su evaluación sobre las tendencias extremistas del partido, especialmente en su retórica antiinmigración. El informe del organismo de inteligencia señala la existencia de una «concepción del pueblo basada en el origen étnico», que busca excluir y discriminar a ciertos grupos, particularmente a personas provenientes de «países de mayoría musulmana». Esta visión, según la BfV, contraviene los principios fundamentales de la Constitución alemana.
El auge de la AfD en las últimas elecciones estatales, donde obtuvo un 20,8% de los votos, casi el doble que en las federales de 2021 (10,4%), ha intensificado el debate sobre la naturaleza del partido y su compatibilidad con el sistema democrático. La presión social y el escrutinio de los servicios de inteligencia colocan a la AfD en una posición delicada, mientras la justicia tiene la última palabra sobre su futuro. El veredicto tendrá implicaciones profundas para el panorama político alemán y sentará un precedente crucial en la lucha contra la extrema derecha en Europa.
12/05/2025