Por primera vez desde el inicio de la invasión rusa a gran escala en Ucrania en 2022, los presidentes Volodímir Zelenski y Vladímir Putin se han emplazado mutuamente para un encuentro directo con el objetivo de explorar una posible salida negociada al conflicto. La cita, prevista para este jueves 15 de mayo en Turquía, podría convertirse en un momento clave y crítico en la historia, o bien en otro capítulo de desencuentros y estrategias diplomáticas sin resolución.
En el contexto de una guerra que ha dejado decenas de miles de muertos, millones de desplazados y un tablero geopolítico completamente trastocado, la posibilidad de una reunión directa entre ambos mandatarios reabre interrogantes cruciales: ¿Qué motivó este cambio de tono? ¿Qué busca realmente cada parte? ¿Hay verdaderas condiciones para la paz o se trata de un ejercicio de relaciones públicas?
Un gesto sin tregua, todavía
Zelenski, en un giro que sorprendió a muchos observadores, aceptó públicamente el desafío lanzado por Putin en una alocución televisiva el sábado por la noche. “Esperaré a Putin en Turquía, personalmente”, afirmó el líder ucraniano a través de su cuenta de X, reafirmando su disposición al diálogo, pero condicionando el encuentro al inicio inmediato de un alto el fuego.
La propuesta ucraniana, respaldada por líderes de la denominada Coalición de Voluntarios (Reino Unido, Francia, Alemania y Polonia), pide una tregua de 30 días, a partir del lunes 12 de mayo. Sin embargo, Moscú no ha dado señales claras de estar dispuesto a respetar esa pausa, y el Kremlin ha evitado referirse directamente al llamado de las potencias occidentales.
Putin, por su parte, propuso reanudar negociaciones “sin condiciones previas”, lo que en la práctica parece significar ignorar la exigencia de alto el fuego inmediato. Su mensaje también incluyó advertencias indirectas sobre los peligros de que Ucrania aproveche una tregua para rearmarse, cavar trincheras y reforzar su dispositivo militar. La desconfianza mutua, como siempre, se impone.
El rol de Trump
La inesperada reactivación diplomática no puede entenderse sin el telón de fondo político global, particularmente el retorno del presidente Donald Trump al centro del tablero internacional. En un mensaje en su plataforma Truth Social, el mandatario estadounidense, exhortó a Ucrania a aceptar la reunión sin demora, asegurando que al menos se “aclararían las posiciones” de cada parte.
Su presión parece haber influido en Zelenski, que en un primer momento había reaccionado con cautela ante la invitación rusa. El ministro de Exteriores ucraniano, André Sibiga, se encargó luego de enmarcar la decisión como una muestra de liderazgo: “Esto es lo que hace un verdadero líder. No se esconde detrás de nada ni de nadie”.
Sin embargo, para Trump, la reunión no sólo es necesaria, sino estratégica. Permitiría determinar si hay espacio para una paz negociada o si, por el contrario, es momento de escalar la presión sobre Moscú, incluyendo el endurecimiento de las sanciones en energía y finanzas que Europa ya tiene listas en la recámara.
¿Condiciones reales o teatro político?
A más de tres años de la última reunión directa entre ambos países, también en Estambul, en marzo de 2022, las líneas rojas siguen tan marcadas como entonces. Kiev insiste en la retirada total de las tropas rusas, el restablecimiento de sus fronteras internacionales y garantías de seguridad. Moscú, por su parte, exige el reconocimiento de las “nuevas realidades territoriales”, es decir, su control sobre regiones del este y sur de Ucrania.
En este escenario, una reunión puede tener valor simbólico, pero sin compromisos sustantivos será difícil que desemboque en un acuerdo de paz duradero. Turquía, por su parte, se postula como mediador neutral, con el presidente Recep Tayyip Erdoğan jugando una vez más el rol de anfitrión y árbitro regional.
En todo caso, el anuncio del cara a cara entre Zelenski y Putin representa una oportunidad frágil pero significativa para detener el sufrimiento y redefinir la guerra más devastadora en Europa desde 1945. La comunidad internacional observa con cautela y escepticismo. Una negociación sin tregua previa puede terminar siendo tan solo una puesta en escena. Pero, al mismo tiempo, la sola disposición a sentarse frente a frente marca una diferencia sustancial respecto al clima de ruptura total de los últimos años. Esta claro que en la guerra, como en la política, a veces el gesto antecede a la sustancia. Ahora, queda por ver si este jueves traerá un primer paso hacia la paz… o una nueva decepción.
12/05/2025
María Angélica Carvajal