Marruecos se prepara para vivir una temporada sin precedentes en el cultivo del arándano. A partir de diciembre, comenzará una campaña que los productores califican de “excepcional”, impulsada por un clima especialmente favorable y una demanda internacional en alza. Las previsiones apuntan a un volumen récord de 80.000 toneladas para el periodo 2025-2026, cifra que confirma al país como uno de los principales actores globales en la exportación de este fruto azul que conquista cada vez más paladares y mercados.
El auge de la producción no es fruto del azar. Tras una década de inversiones estratégicas, el sector marroquí de los frutos rojos ha alcanzado un grado de tecnificación comparable al de los líderes mundiales. Las plantaciones de alta densidad, los sistemas de riego de precisión y la introducción de nuevas variedades aportan regularidad y calidad a lo largo del calendario. Con ello, el país ha conseguido extender su ventana comercial entre diciembre y junio, colocándose en una posición envidiable para abastecer al hemisferio norte cuando la producción europea se reduce.
Entre marzo y junio se espera el punto álgido de la cosecha, con exportaciones orientadas principalmente a Europa occidental, aunque los envíos aumentan también hacia Asia, Oriente Medio y América del Norte. La ventaja logística —la proximidad a los puertos europeos y la capacidad de respuesta en tiempos de tránsito cortos— refuerza la competitividad marroquí frente a destinos emergentes como el Zimbabue o los productores latinoamericanos.
Pero más allá de los números, lo que distingue al arándano marroquí es su posicionamiento. Los grandes distribuidores internacionales destacan la consistencia del producto, el control sanitario y la profesionalización del proceso. Empresas como Frutta Group, que compran en varios continentes para ofrecer suministro continuo durante todo el año, reconocen que Marruecos ha pasado de ser un proveedor alternativo a un socio estratégico. La calidad oportuna se ha convertido en su sello comercial.
El desafío ahora es mantener el equilibrio entre expansión y sostenibilidad. El agua, recurso cada vez más escaso, obliga al sector a optimizar su gestión y apostar por cultivos de menor impacto ambiental. En paralelo, el Gobierno marroquí impulsa programas de certificación verde y fomenta la diversificación regional para evitar la sobreexplotación de determinadas zonas. El resultado es un modelo que combina rendimiento económico con adaptación ecológica, un atributo cada vez más valorado por los compradores internacionales.
La campaña 2025-2026 podría marcar un punto de inflexión. No solo por el récord de 80.000 toneladas, sino porque simboliza la madurez de un sector que ha sabido reinventarse sobre la base de la innovación tecnológica y la reputación ganada en los mercados. Marruecos ya no compite solo por precio: compite por confianza, calidad y previsibilidad. En un mundo alimentario cada vez más exigente, su arándano se consolida como embajador de una agricultura moderna, rentable y resiliente.
12/11/2025









