La diplomacia francesa ha vuelto a colocarse en el centro del tablero de Oriente Medio. Durante la visita oficial a París del presidente palestino Mahmud Abbas —la primera desde que Francia reconoció oficialmente al Estado de Palestina en septiembre de 2025—, Emmanuel Macron anunció la creación de un Comité Conjunto franco-palestino destinado a acompañar el proceso de consolidación institucional y jurídica del futuro Estado palestino.
El gesto, cargado de simbolismo político, marca una nueva etapa en el compromiso francés con la llamada “solución de los dos Estados”, que Macron definió como “el único horizonte viable para garantizar la paz, la seguridad y la dignidad de ambos pueblos”. La decisión llega en un contexto delicado: tras el alto el fuego recientemente alcanzado en Gaza bajo auspicios estadounidenses y después de la presentación en Nueva York del plan de paz promovido por Donald Trump, que reabrió el debate internacional sobre los límites de soberanía y las garantías de viabilidad de Palestina.
El Comité Conjunto, según precisó Macron tras su encuentro con Abbas en el Palacio del Elíseo, abordará aspectos constitucionales, institucionales y organizativos, y trabajará incluso en la redacción de una nueva constitución palestina capaz de “reunir las condiciones jurídicas y administrativas de un Estado funcional”. Se trataría, en palabras del mandatario francés, de pasar de la aspiración al diseño concreto del Estado, con apoyo técnico y político de París.
La iniciativa refuerza también el papel que Francia busca recuperar como mediador equilibrado en el conflicto, en un momento en que las potencias regionales compiten por imponer sus narrativas y prioridades. Desde la retirada relativa de otros actores europeos, París intenta ocupar un espacio propio: el de un socio político que combina reconocimiento diplomático con cooperación económica y humanitaria.
Macron insistió en que la prioridad inmediata en Gaza es humanitaria. Francia destinará 100 millones de euros adicionales en 2025 para asistencia de emergencia, canalizados a través de Naciones Unidas y de la Agencia Francesa de Desarrollo. Los primeros envíos incluirán cargamentos de alimentos infantiles, medicinas y equipos médicos, junto con un programa específico de rehabilitación del sistema sanitario local en colaboración con el Comité Internacional de la Cruz Roja. Paralelamente, el Elíseo confirmó la participación francesa en la próxima conferencia de reconstrucción que se celebrará en El Cairo.
Sin embargo, la mirada francesa no se limita a la Franja. Macron abordó con Abbas la situación “alarmante” en Cisjordania, donde la violencia de colonos y la expansión de asentamientos israelíes “alcanza niveles sin precedentes”. En ese sentido, el presidente advirtió que cualquier intento de anexión total o parcial de territorios palestinos —“sea legal o de facto”— constituiría una línea roja para Francia y sus socios europeos, prometiendo una respuesta diplomática firme.
La reunión entre Macron y Abbas simboliza una reconfiguración diplomática tras años de parálisis. Francia, consciente de su pérdida de influencia en Oriente Medio frente a Estados Unidos, Turquía e incluso algunas potencias del Golfo, intenta reposicionarse mediante gestos concretos en favor de la legitimidad palestina. Al mismo tiempo, busca conjugar ese apoyo con la coordinación de seguridad entre Israel, Estados Unidos y las autoridades palestinas, en un equilibrio que históricamente ha definido su papel en la región: ser mediador, pero también actor político con voz propia.
Para el Elíseo, este encuentro confirma una convicción estratégica; sin un Estado palestino viable y soberano, el sueño de estabilidad regional seguirá siendo una quimera. Para Abbas, representa algo más tangible: el respaldo de una potencia europea que trata de convertir la palabra “reconocimiento” en un proceso real de construcción estatal.
La visita cierra así una jornada que, más allá de las declaraciones, deja en el aire un mensaje de fondo; Francia quiere volver a pesar en Oriente Medio, y lo hace apostando por el pragmatismo de la diplomacia clásica —esa que combina política, ayuda y presencia sobre el terreno— en tiempos dominados por la confrontación. París se ofrece, una vez más, como el punto de encuentro entre la legitimidad y la esperanza.
12/11/2025









