El Estrecho de Gibraltar, antaño escenario de persecuciones marítimas entre lanchas y patrulleras, se ha convertido en un nuevo laboratorio del crimen organizado. Esta vez, la amenaza no llegaba por mar, sino por el aire. La Guardia Civil española, en coordinación estrecha con la Gendarmería Real de Marruecos, logró desmantelar una red transfronteriza dedicada al tráfico de hachís mediante drones de gran capacidad, en una operación que ambas autoridades han descrito como un ejemplo de cooperación policial moderna y eficaz.
El grupo criminal, que operaba entre el norte de Marruecos y las costas andaluzas, había desarrollado un sistema tan innovador como inquietante: aeronaves no tripuladas diseñadas y montadas por sus propios miembros, equipadas con tecnología de navegación avanzada, que podían transportar hasta doscientos kilos de droga en una sola noche. Los aparatos despegaban desde zonas rurales próximas a Alcalá de los Gazules, cruzaban el Estrecho en vuelos nocturnos y arrojaban la mercancía en áreas discretas de Vejer de la Frontera o Tarifa antes de regresar a su punto de origen.
La detección repetida de vuelos no identificados despertó la alarma de los servicios de seguridad, que organizaron una operación conjunta. El operativo culminó con la incautación de ocho drones en pleno funcionamiento y otros diez en montaje, además de la detención de nueve personas vinculadas a la organización. Los investigadores sostienen que, cuando las condiciones climáticas eran favorables, especialmente en noches sin viento, hasta diez drones surcaban el cielo simultáneamente, creando un puente aéreo ilícito entre ambos lados del Mediterráneo.
Fuentes de la Guardia Civil subrayaron que la colaboración marroquí fue determinante. La Gendarmería Real proporcionó información sobre la red logística en el norte de África y facilitó intercambios de inteligencia técnica que permitieron seguir las señales de algunos drones hasta sus talleres clandestinos. En Rabat, los responsables de seguridad destacaron que la operación prueba la solidez del eje de cooperación con España y la importancia de mantener una vigilancia tecnológica coordinada frente a las nuevas formas de criminalidad.
Esta incautación marca un punto de inflexión en la lucha contra el narcotráfico en la región. Los drones militares y comerciales, diseñados para usos civiles o estratégicos, se han convertido en herramientas del delito por su bajo perfil sonoro y su dificultad de detección a baja altitud. Las autoridades reconocen que enfrentan un desafío sin precedentes: criminales con capacidad de innovar más rápido que las propias instituciones encargadas de combatirlos.
En el reflejo de los focos que iluminan el Estrecho se percibe también una lección clara. El narcotráfico ya no se desliza únicamente sobre el agua ni se oculta entre las olas: ahora vuela, silencioso, sobre fronteras que aún aprenden a mirar hacia el cielo.
12/11/2025









