Desde el frío auditorio de Oslo, el eco de un nombre ha resonado esta mañana hasta el corazón de Caracas. El Comité Nobel Noruego ha concedido el Premio de la Paz 2025 a la líder opositora venezolana María Corina Machado, en un gesto que no solo premia una trayectoria de coraje cívico, sino que arroja una potente luz internacional sobre la asfixiada lucha por la democracia en Venezuela.
El veredicto de Oslo es inequívoco al fundamentar su decisión en «sus esfuerzos por una transición justa y pacífica desde un régimen dictatorial». Para el comité, Machado encarna un «ejemplo excepcional de valentía en el activismo civil» en una América Latina contemporánea marcada por la polarización y el autoritarismo.
La decisión pone el foco en su papel como catalizadora de la unidad. El jurado ha sido explícito al señalarla como la «figura central en la unión de una oposición política que estaba profundamente dividida». Machado, según el laudo, logró forjar un consenso para exigir elecciones libres en el preciso momento histórico en que «Venezuela transitaba de ser un país democrático y relativamente próspero a un Estado autoritario y severo, sumido en una crisis humanitaria y económica».
Este reconocimiento no nace en el vacío, sino que se cimienta en el mandato popular inapelable que Machado obtuvo en las elecciones primarias de octubre de 2023. Con más del 90% de los votos —casi tres millones de almas desafiando al poder—, se erigió como la figura indiscutible para enfrentar al chavismo. Fue entonces cuando el pueblo venezolano le confirió un apodo cargado de historia y anhelo: «La Libertadora», un eco directo del ‘Libertador’ Simón Bolívar.
Pero el Nobel también premia la resistencia personal, la que se vive lejos de los focos, en la penumbra del asedio. El comité ha destacado cómo, durante el último año, y a pesar de «las graves amenazas contra su vida», Machado ha tomado la decisión de permanecer en su país. «Se ha visto forzada a vivir en la clandestinidad», subraya el jurado, pero su negativa al exilio «ha sido una fuente de inspiración para millones de personas».
Más que un galardón, el Nobel de la Paz es un escudo simbólico y un potente altavoz. La decisión de Oslo coloca al régimen de Nicolás Maduro en una posición aún más incómoda en el tablero internacional, legitimando a su principal adversaria no como una simple política, sino como un icono global de la lucha por la libertad. El premio no derroca dictaduras, pero hoy, en las calles de Venezuela, ha encendido una luz que será mucho más difícil de apagar.
10/10/2025









