Hasta hace poco, el nombre de Marruecos sonaba con timidez en el mercado norteamericano de los arándanos. Hoy, esa discreción quedó atrás. En apenas tres campañas, el Reino ha pasado de actor marginal a competidor visible, exportando 1.900 toneladas valoradas en más de 19 millones de dólares durante la temporada 2024–2025. Una irrupción que no solo confirma la agilidad del sector agrícola marroquí, sino también su capacidad para leer las lógicas del comercio global.
De la adaptación a la afirmación
El éxito marroquí no se explica solo por la fertilidad del suelo o la audacia empresarial, sino por un proceso estructural: la reconfiguración profunda de la industria de frutos rojos. Mientras la producción de fresas retrocede por menores márgenes y mayor competencia, los productores apuestan por cultivos más rentables como el arándano y la frambuesa.
Según Nabil Belmkaddem, director de la cooperativa BestBerry, este viraje responde tanto a la modernización tecnológica de las explotaciones como a la presión del mercado internacional, que exige calidad constante, certificación sanitaria y sostenibilidad. Lo que antes era una agricultura de oportunidad se ha transformado en una estrategia planificada de expansión internacional.
Tres años, un salto de gigante
Aunque Marruecos había intentado exportar arándanos a Canadá en 2008 sin éxito duradero, su presencia estable empezó en 2021–2022. Desde entonces, la curva de crecimiento es asombrosa: un incremento medio anual de casi 160 %, lo que equivale a multiplicar por diecisiete sus envíos en apenas tres temporadas. Una aceleración que ni los mercados más maduros habían anticipado.
El calendario, arma estratégica
El factor decisivo fue el dominio del calendario global. Mientras Estados Unidos y Perú abastecen al mercado canadiense durante el verano y el inicio del otoño, Marruecos eligió un hueco preciso: de diciembre a junio, justo cuando las góndolas canadienses acusan el vacío entre campañas. En abril y mayo, cuando Perú ya se despide y los productores norteamericanos aún se preparan, Marruecos aparece como proveedor de transición.
Esta jugada, una mezcla de geografía inteligente y logística ágil, le ha permitido evitar la competencia directa con gigantes, y posicionarse con una oferta fresca cuando los precios alcanzan sus picos estacionales. En un mercado que valora tanto la disponibilidad continua como la calidad sensorial del producto, la estrategia ha resultado impecable.
De actor emergente a socio fiable
Aunque su cuota en las importaciones canadienses aún es modesta —2,3 % en la temporada 2024–2025, frente a apenas 0,16 % tres años atrás— la tendencia es clara: Marruecos ya forma parte del mapa proveedor de América del Norte.
Canadá sigue dependiendo de Estados Unidos (más del 50 % de sus compras) y de Perú (alrededor de una cuarta parte), pero las estadísticas indican que el Reino se consolida como quinto proveedor y, lo que es más importante, como uno de los pocos que mantiene regularidad en sus entregas y calidad estable en el tiempo.
Un fenómeno que trasciende los arándanos
El impacto no se limita a las cifras. La expansión hacia Canadá y Estados Unidos está redibujando el modelo agrícola marroquí: fomenta la diversificación de destinos, impulsa infraestructuras logísticas más modernas y consolida una cultura exportadora basada en la previsibilidad y la innovación.
La “revolución azul” —así la llaman ya algunos analistas— refleja una transformación de fondo: Marruecos ha pasado de seguir el ritmo de los mercados a competir por definirlo. Su ritmo de avance sugiere que los arándanos podrían convertirse, como el fosfato o el automóvil, en otro símbolo de la reconversión económica del Reino.
En el tablero global de los frutos rojos, donde cada semana y cada grado de temperatura cuentan, Marruecos ha demostrado que la estrategia puede ser tan fértil como la tierra misma.
08/10/2025









