La detención de Youssef El Majdoub, un joven de Mequinez acusado de incitar a la violencia contra las fuerzas de seguridad, ha reavivado en Marruecos la discusión sobre los límites entre la protesta legítima y la expresión violenta en redes sociales. Según fuentes policiales, el detenido habría difundido un mensaje de voz en el que llamaba abiertamente a agredir a miembros de las fuerzas del orden durante las recientes movilizaciones del colectivo GenZ 212.
El caso, que se produjo el pasado 7 de octubre, llega en un momento en que el país observe con atención el auge de un fenómeno social inédito: un movimiento juvenil nacido de manera casi orgánica y que reclama la mejora de los servicios públicos, en particular los sistemas de salud y educación. La chispa inicial fue la conmoción nacional causada por la muerte de ocho mujeres embarazadas en un hospital de Agadir en septiembre pasado, tragedia que expuso las graves carencias de la sanidad pública.
El colectivo GenZ 212, cuyo nombre hace referencia al prefijo telefónico de Marruecos, ha logrado en pocas semanas lo que otros grupos sociales tardaron años en construir: una red ciudadana amplia, digital y descentralizada. Su discurso, impulsado desde plataformas como TikTok y X (antes Twitter), pone en evidencia una generación que se siente excluida de los circuitos tradicionales de representación política.
Aun así, la organización insiste en mantener la no violencia como principio rector. En un comunicado reciente, los portavoces del movimiento reiteraron su rechazo a cualquier forma de vandalismo o disturbio y subrayaron la necesidad de conservar el carácter pacífico de las protestas. Sin embargo, los enfrentamientos aislados registrados en varias ciudades han dejado tres fallecidos, según el recuento oficial. Las autoridades han prometido una investigación para esclarecer los hechos y depurar responsabilidades.
Entre las calles y las pantallas, Marruecos asiste a una transformación silenciosa: la de jóvenes que, más allá de la indignación, buscan redefinir su lugar en la sociedad. La detención de El Majdoub no es solo un episodio policial, sino también el reflejo de una tensión más profunda entre la urgencia del cambio y el miedo a la ruptura.
En el fondo, lo que está en juego no es únicamente el orden público, sino la manera en que una generación entera decide —o se le permite— construir su futuro.
07/10/2025