La ciudad ocre volvió a convertirse en capital mundial de la energía limpia. La quinta edición del World Power-to-X Summit, finalizada este jueves en Marrakech, cerró con un mensaje contundente: el hidrógeno verde debe dejar de ser una promesa experimental para transformarse en el núcleo de un verdadero ecosistema industrial internacional, capaz de generar empleo, inversión y competitividad a largo plazo.
Durante la sesión de clausura, Ayoub Hirt, responsable de Química Verde en el Instituto de Investigación en Energía Solar y Nuevas Energías (IRESEN), defendió la necesidad de dar un salto cualitativo: los proyectos piloto aislados ya no bastan. Según su planteamiento, el sector solo avanzará si se construyen infraestructuras integrales –puertos adaptados, redes de tuberías, sistemas de almacenamiento y de certificación– respaldadas por marcos regulatorios claros que otorguen seguridad a los inversores.
El reto es mayúsculo. Para que el hidrógeno verde compita en costos y escala, será imprescindible multiplicar por cuatro la capacidad instalada de energías renovables y, en paralelo, desplegar mecanismos financieros que reduzcan el riesgo. Entre las opciones se mencionaron los “contratos por diferencia” y los denominados modelos a doble opción, instrumentos capaces de abaratar en un 20 a 30% los gastos de financiación.
En el terreno financiero, Hirt no escondió los obstáculos: tecnologías de alto costo combinadas con incertidumbre en los retornos. Frente a esto, la fórmula propuesta pasa por esquemas de finanzas mixtas, con participación conjunta de lo público y lo privado, junto a estructuras de reparto de riesgos que ofrezcan confianza a quienes se aventuren en mercados emergentes.
A nivel nacional, el foco recayó en el amoniaco verde, al que se consideró pieza estratégica de soberanía energética y de competitividad industrial. Su desarrollo requeriría tanto inversiones en infraestructuras críticas —redes inteligentes, desalación con renovables, tuberías de transporte y almacenamiento de carbono— como una aceleración normativa capaz de acompañar la velocidad del mercado.
En el plano geopolítico, el discurso fue directo: “la cartografía de la energía ya no se dibuja con petróleo y gas, sino con viento, sol e hidrógeno”. Una afirmación que refleja la convicción de que el mapa mundial de recursos estratégicos se está redibujando a gran velocidad.
Con un respaldo institucional de alto nivel —el encuentro se celebró bajo el patrocinio del rey Mohammed VI—, el evento reunió a reguladores, científicos y líderes industriales de distintas regiones. Organizado por IRESEN, en coordinación con Masen, la Universidad Mohammed VI Politécnica (UM6P) y el Cluster Green H2, la cita se planteó como una plataforma de diálogo y cooperación bajo el lema: “Juntos, impulsar la transición energética global”.
Más allá de las palabras, quedó claro que Marruecos no busca jugar un papel secundario: gracias a su abundancia de sol y viento, unido a una estrategia que combina innovación y diplomacia energética, el país apunta a consolidarse como futuro hub industrial del hidrógeno verde.
En otras palabras, lo que empezó como una conferencia especializada terminó con el tono de una declaración de intenciones: si el siglo XX giró en torno al petróleo, el XXI podría tener en la molécula de hidrógeno una de sus llaves maestras.
03/10/2025