La llamada Flotilla Global Sumud, integrada por decenas de embarcaciones que buscan llegar a la Franja de Gaza con ayuda humanitaria, sigue navegando pese a las múltiples detenciones realizadas por la marina israelí en las últimas horas. El pulso en alta mar se desarrolla en paralelo a un vendaval diplomático que atraviesa Medio Oriente, Europa y América Latina.
El miércoles por la noche, unidades navales israelíes interceptaron varios barcos con unos 200 activistas a bordo. Entre los nombres más mediáticos están Greta Thunberg, la activista climática sueca, y la eurodiputada franco-palestina Rima Hassan, figuras que multiplican la exposición política de la misión. Según las autoridades israelíes, los militantes habían sido advertidos de estar ingresando en “una zona de combate bajo bloqueo”. Los activistas, en cambio, definen la operación como un acto de piratería contra civiles desarmados.
Escenas de tensión
Videos difundidos por los propios militantes, justo antes de destruir sus teléfonos para evitar confiscaciones, muestran el momento en que la marina israelí abordó las embarcaciones con chorros de agua, armas apuntando y órdenes de rendición. Ningún herido ha sido reportado oficialmente. Los detenidos fueron trasladados al puerto de Ashdod y se espera su expulsión en los próximos días.
Una flotilla que no se detiene
Mientras parte de los barcos eran retenidos, la dirección de la Flotilla comunicó que una treintena de naves continúa rumbo a Gaza, a poco más de 80 kilómetros de la costa. “Nuestros voluntarios están determinados a romper un bloqueo que condena a la población a hambre y desamparo”, aseguró su portavoz, Saif Abukeshek.
La misión, que partió de España a inicios de septiembre con casi medio centenar de embarcaciones y participantes de más de 40 países, se define como pacífica y no violenta, orientada a entregar directamente víveres y ayuda médica dentro de Gaza. Entre sus apoyos emblemáticos destacan el nieto de Nelson Mandela, Mandla Mandela, y la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
El tablero diplomático estalla
Las reacciones internacionales han sido inmediatas.
– Francia llamó a Israel a garantizar la seguridad de los activistas.
– Turquía calificó la operación de “acto de terrorismo”.
– El presidente colombiano, Gustavo Petro, anunció la expulsión de la delegación diplomática israelí en Bogotá.
– En Italia, sindicatos convocaron a una huelga general tras las protestas que reunieron cientos de personas en Roma y Nápoles.
La polémica también divide a los países europeos que al principio escoltaron la misión. España y una fragata italiana acompañaron a la Flotilla tras ataques con drones denunciados en septiembre, pero ambos gobiernos terminaron retirando la protección antes de entrar en la zona de exclusión marítima reconocida por Israel.
El bloqueo, el meollo del conflicto
Desde hace años, la Franja de Gaza sufre un estricto cerco marítimo impuesto por Israel, que afirma actuar para impedir el tráfico de armas hacia las milicias palestinas. Las organizaciones humanitarias, sin embargo, denuncian que el bloqueo estrangula a la población civil, limitando la entrada de alimentos, medicinas y combustible.
La tensión no es nueva: en junio y julio la marina israelí ya había interceptado embarcaciones similares con Thunberg y Hassan a bordo. Ambas fueron deportadas entonces.
Una pulseada con alto voltaje simbólico
La Flotilla Global Sumud no es solo un convoy humanitario; es un escenario donde se cruzan militancia política, diplomacia internacional y guerra de relatos. Cada barco interceptado es contado en Israel como una operación de seguridad, pero leído en la opinión pública internacional como un ejemplo de represión o resistencia según el prisma con que se mire.
Lo evidente es que, a cada milla náutica que avanza o se detiene, esta flotilla pone en jaque tanto el bloqueo de Gaza como la imagen de los gobiernos involucrados. El mar, en este caso, se ha convertido en una extensión de la arena política global.
02/10/2025