La voz de Marruecos resonó con fuerza en la segunda reunión de mujeres parlamentarias del G20, celebrada en Sudáfrica. Dos diputadas marroquíes aprovecharon el escenario global para presentar los avances del país en materia de igualdad de género, participación juvenil y reformas legislativas, proyectando a Marruecos como un laboratorio africano de inclusión política.
Khadija Arrouhal, miembro de la Cámara de Representantes por el grupo del Progreso y el Socialismo y vicepresidenta de la Comisión panafricana de Igualdad de Género, destacó que la cita en Ciudad del Cabo fue una rara y valiosa ocasión de diálogo franco entre legisladores de mundos distintos, todos enfrentados al mismo dilema: cómo transformar las buenas intenciones en leyes efectivas. Subrayó que la experiencia marroquí, con un conjunto de reformas legales que han fortalecido la presencia femenina en los espacios de decisión, muestra que el cambio es posible cuando hay voluntad política sostenida.
Arrouhal también recordó la contribución marroquí a la llamada “ley tipo” sobre igualdad de género y paridad en el continente africano, diseñada para armonizar las legislaciones nacionales y dar más fuerza a la justicia social. Lo interesante aquí no es solo el contenido normativo, sino el impulso a una cooperación parlamentaria transnacional, que convierte lo local en parte de un proyecto colectivo más amplio.
La intervención de Leila Dahi, presidenta del Caucus de Juventud del Parlamento Panafricano y diputada del RNI, complementó ese enfoque con un énfasis en la representación juvenil. Sostuvo que los jóvenes parlamentarios no son una “nota al pie” del futuro político africano, sino protagonistas del presente. Señaló que Marruecos ha multiplicado iniciativas para dar voz a esta generación: desde reforzar su presencia en los órganos electos hasta diseñar políticas de inclusión en los ámbitos educativo, económico, climático y digital.
Dahi fue clara: el reto actual no es simplemente dar escaños a la juventud, sino facilitar su participación real en la elaboración de políticas públicas. Eso exige reconocer su capacidad innovadora y su dinamismo, en lugar de relegarlos a un papel decorativo. Puso como ejemplo el Caucus de la Juventud del Parlamento Panafricano, concebido como un espacio institucional de intercambio y cooperación entre jóvenes legisladores de diferentes países africanos.
La importancia de estas intervenciones va más allá de mostrar “buenas prácticas”. Revela cómo ciertos países del sur global están utilizando foros internacionales —como el Parlamento del G20— no solo para exhibir avances domésticos, sino para disputar el relato global sobre igualdad y desarrollo. Marruecos, en este sentido, se presenta como un actor dispuesto a tender puentes entre África y el mundo, defendiendo un modelo de inclusión que aspira a inspirar más allá de sus fronteras.
Al final, lo que se discutió en Ciudad del Cabo no fue únicamente la representación de mujeres y jóvenes, sino el tipo de democracia que África quiere construir: participativa, transversal y resiliente frente a los desafíos de nuestro tiempo.
01/10/2025