Al primer semestre de 2025, la tasa oficial de desempleo en Marruecos se sitúa en 8,9%, según el Alto Comisionado de Planificación (HCP). Esta cifra equivale a aproximadamente 1,335 millones de personas desempleadas, de las cuales los jóvenes de 15 a 29 años representan más del 22%, concentrándose especialmente en el rango de 20 a 24 años.
Las mujeres registran tasas significativamente superiores, con un desempleo que en algunas regiones urbanas triplica al de los hombres. Los sectores más afectados incluyen turismo, construcción temporal, comercio informal y servicios urbanos precarios, mientras que la mayor generación de empleo se observa en industria manufacturera, servicios financieros, tecnologías de la información, agricultura moderna y energías renovables.
Si bien el Gobierno identifica varias causas estructurales detrás de esta persistencia del desempleo, las cifras muestras que existe un desajuste entre la formación académica y la demanda del mercado laboral, especialmente en sectores dinámicos como TIC, industria avanzada y energías renovables. La falta de experiencia laboral complica la incorporación de recién graduados, mientras que la prevalencia de la economía informal, que abarca a millones de trabajadores sin seguridad social, limita la absorción de empleos formales. Además, la concentración de oportunidades en grandes ciudades como Casablanca, Rabat y Marrakech deja regiones rurales con escasa oferta laboral, y las crisis externas, como la pandemia de COVID-19, afectaron severamente al turismo y la construcción, sectores tradicionales de empleo juvenil.
Cabe destacar que entre 2015 y 2025, Marruecos ha generado empleo neto de manera constante, aunque ha sido insuficiente para reducir de forma significativa una histórica tasa de desempleo. Los datos del HCP, entre 2015 y 2019 muestran que se crearon aproximadamente 190 mil empleos netos al año en promedio, con un aumento acumulado cercano al 24% en ese quinquenio, principalmente en agricultura, servicios urbanos, construcción y turismo. La pandemia provocó un retroceso pesado en 2020, con una pérdida neta de 250 mil empleos, seguida de una recuperación parcial en 2021 con 150 mil empleos creados. Sin embargo, desde 2022 hasta ahora, se observa un repunte sostenido, pasando de 220 mil en 2022, a 240 mil en 2024 y 250 mil proyectados en 2025, reflejando la recuperación de sectores como la industria manufacturera, TIC, energías renovables y servicios financieros.
No obstante, pese a esta creación anual, el desempleo se ha mantenido entre 8 y 9% durante diez años, reflejando que el crecimiento de empleo no ha sido suficiente para absorber a los nuevos graduados y a los desempleados acumulados. Para abordar esta situación, el Gobierno ha implementado diversas medidas y programas destinados a mejorar la empleabilidad y fomentar la formalización de la economía. La formación profesional ha sido modernizada con módulos en TIC, energías renovables, industria avanzada y comercio, buscando alinear las competencias de los jóvenes con la demanda del mercado laboral. También se han ampliado los programas de prácticas y acompañamiento profesional, priorizando la inserción de graduados recientes y jóvenes de zonas rurales.
Entre estas iniciativas, destaca el programa “Mi Emprendimiento” (Moukawalati), lanzado en 2006 y gestionado por la Agencia Nacional de Promoción del Empleo y de las Competencias (ANAPEC). Desde su inicio, ha apoyado a más de 50.000 jóvenes emprendedores mediante inversiones individuales de entre 50.000 y 250.000 dirhams y colectivas de hasta 500.000 dirhams. Este programa ha facilitado la creación de microempresas, promoviendo la formalización de la economía informal, generando empleo directo para emprendedores y colaboradores, e impulsando la participación femenina, especialmente en zonas rurales.
Otras acciones incluyen incentivos fiscales y simplificación administrativa para formalizar pequeñas empresas, acceso a microcréditos y programas regionales de empleo que combinan capacitación, acompañamiento técnico y financiamiento para proyectos locales. Durante la pandemia de COVID-19 se implementaron además fondos especiales y subsidios temporales para proteger empleos y facilitar la reinserción laboral, según reportes del Ministerio de Empleo y Formación Profesional.
A pesar de estas medidas, el ritmo de creación de empleo formal no alcanza a revertir la tendencia histórica. Para reducir a la mitad la tasa de desempleo hacia 2030 e intentar ubicarla en un 4-4,5%, Marruecos debería generar alrededor de 330 mil empleos netos por año, considerando los aproximadamente 200 mil nuevos jóvenes que ingresan al mercado laboral anualmente, más otros 150 mil empleos adicionales para absorber a los desempleados existentes.
De esta manera se evidencia que el desempleo en Marruecos es un fenómeno estructural arrastrado por más de una década, que requiere soluciones multidimensionales y coordinadas para lograr un impacto sostenido. Se necesita articular educación, formación profesional, atracción de inversión, incentivos a microempresas y startups con seguimiento efectivo, facilidad de financiamiento y acompañamiento que garanticen la formalización de empleos y negocios.
Los esfuerzos cuenta, el detalle está en que mientras estas políticas avanzan, la falta de oportunidades laborales continúa siendo un motivo de protesta y descontento social, como se ha evidenciado en las manifestaciones iniciadas desde el pasado 27 de septiembre. Los jóvenes exigen soluciones concretas en educación, salud y empleo, recordando que la generación de puestos de trabajo debe acelerarse y mejorar sus condiciones para acompañar el ritmo de producción de jóvenes profesionales, sus perfiles y revertir años de desempleo estructural que mantienen a Marruecos con una tasa cercana al 9%.
01/10/2025
María Angélica Carvajal