Casablanca se convirtió este fin de semana en la capital mundial del nanbudo. La selección marroquí firmó una actuación histórica en la 7ª edición del Campeonato del Mundo al lograr un total de 69 medallas —18 de oro, 22 de plata y 29 de bronce—, consolidando al país como una potencia indiscutible en una disciplina que combina técnica marcial, filosofía y estrategia.
A gran distancia le siguieron Croacia (30 preseas, de ellas 16 de oro) y Camerún (42 medallas, 15 de ellas doradas). En los puestos posteriores quedaron Suiza, Turquía, Emiratos Árabes Unidos, Francia, Bulgaria, Italia y Rusia, además de Congo y Costa de Marfil, que también subieron al podio aunque de manera más discreta.
Una hegemonía con raíces
El resultado no es un hecho aislado. Marruecos, que ya había organizado este mundial en 2011, 2017 y 2022, lleva años invirtiendo en formación, infraestructura y en la promoción de jóvenes generaciones de practicantes. Según Abdelali Fahim, presidente del Comité Nacional de Nanbudo, “la amplia participación de categorías juveniles refleja un compromiso de futuro: preparar a nuevos campeones para que esta disciplina no sea solo presente, sino tradición consolidada en el país”.
El ambiente competitivo del torneo fue, además, elogiado por la calidad técnica de los combates y la hospitalidad marroquí, que volvió a convertir al Reino en un referente de organización deportiva internacional.
Nanbudo: más que medallas, diplomacia y cultura
Más allá de los resultados, este campeonato tuvo un evidente componente político y cultural. Para Arnaud Nkamhoua, presidente de la Federación Internacional de Nanbudo, el hecho de que Casablanca acogiera este encuentro demuestra “el papel central de Marruecos como destino internacional para el nanbudo y como plataforma de encuentro entre culturas”.
En efecto, bajo el respaldo del Ministerio de Educación Nacional, la Federación Real de Judo y Artes Marciales Afines y la federación internacional del deporte, el evento destacó tanto por la profesionalidad de la organización como por su carácter simbólico: Marruecos es el único país africano y árabe que ha acogido esta cita en múltiples ocasiones, situándose como embajador global de esta disciplina.
El futuro del nanbudo marroquí
El éxito de la selección nacional no solo refuerza su palmarés, sino que convierte al nanbudo en una herramienta de diplomacia suave, capaz de proyectar la imagen del país en escenarios internacionales. En un momento en que las naciones buscan también reconocimiento a través del deporte, Marruecos ha logrado unir excelencia competitiva, hospitalidad organizativa y una narrativa de valores: disciplina, paz y armonía entre cuerpo y espíritu.
La séptima edición del Mundial deja, pues, una doble lección: que el nanbudo marroquí vive su edad dorada, y que Casablanca ya no es solo un epicentro cultural o económico, sino también un punto de referencia en el mapa deportivo mundial.
29/09/2025