El Gobierno español ha trazado una línea clara en sus relaciones con Estados Unidos: ni Rota ni Morón serán escalas para los vuelos que transporten armamento hacia Israel. La decisión, discreta en sus formas pero firme en el fondo, revela las tensiones entre la solidaridad atlántica y las convicciones políticas de Madrid en un escenario internacional marcado por la guerra en Gaza.
En la práctica, esto significa que el tránsito de material bélico con destino a Israel deberá bordear España. Aviones y buques estadounidenses están obligados a buscar rutas alternativas, como ya ocurrió recientemente con los seis cazas furtivos F‑35 entregados a Tel Aviv, que repostaron en las Azores antes de cruzar hacia Oriente Próximo.
La cláusula de la “carga controvertida”
Lejos de ser un gesto improvisado, la restricción se apoya en el entramado jurídico del convenio de defensa bilateral hispano‑estadounidense, vigente desde 1988. Sus cláusulas establecen que las aeronaves con cargas “controvertidas” —término que permite un amplio margen de interpretación política— requieren autorizaciones específicas. Traducido al contexto actual: armamento para el Ejército israelí entra de lleno en esa categoría sensible para la posición española.
Madrid no inspecciona físicamente los aviones que atraviesan su espacio aéreo bajo autorización, pero exige que el Pentágono declare origen, destino y propósito de cada vuelo militar. Cualquier engaño pondría en riesgo la confianza mutua, un capital diplomático al que ambos aliados dan un alto valor estratégico.
Diplomacia en equilibrio
España se sitúa en una encrucijada. Por un lado, mantiene una relación privilegiada con Estados Unidos, con las bases de Rota y Morón como piezas esenciales en la arquitectura militar de la OTAN en el Mediterráneo. Por otro, la presión interna de partidos de izquierda y la sensibilidad social frente a la ofensiva israelí en Gaza empujan al Ejecutivo de Pedro Sánchez a levantar la voz frente al Gobierno de Benjamin Netanyahu.
El Departamento de Estado no ha ocultado su inquietud: Washington considera que estas restricciones podrían limitar operaciones militares más amplias. Madrid, en cambio, intenta matizar: sostiene que cumple escrupulosamente con el convenio vigente y que la negativa no implica ninguna ruptura, sino la aplicación estricta de los mecanismos de autorización.
Un precedente que pesa
No sería la primera vez que la cláusula de cargas “problemáticas” entra en juego. En 2002, durante el Gobierno de José María Aznar, se autorizó en secreto el paso por España de aviones con prisioneros afganos rumbo a Guantánamo, un episodio que años después generó polémica en la opinión pública. Esa experiencia dejó cicatrices y avivó la necesidad de mayor transparencia en la gestión de los permisos, algo que el actual Ejecutivo parece decidido a aplicar en el caso israelí.
Una decisión con lectura geopolítica
La medida no paraliza la maquinaria militar de Estados Unidos, pero sí la obliga a recalcular rutas. Y transmite, además, un mensaje simbólico: España quiere marcar autonomía frente a su socio más poderoso cuando la sensibilidad política lo exige. En un Mediterráneo donde conviven intereses estratégicos de potencias regionales y globales, las líneas rojas ibéricas no son menores.
Israel, por su parte, ya acumula casi medio centenar de cazabombarderos F‑35 y ha encargado más. La capacidad destructiva de esta flota ha tenido un papel central en la devastación de Gaza, con decenas de miles de víctimas civiles, según las cifras más recientes. Al impedir que el material circule por su territorio, España busca desligarse de cualquier posible complicidad logística en ese flujo de armas.
Entre la cooperación y la disuasión
La política exterior española se enfrenta, así, a un delicado ejercicio: cooperar con Washington sin ser percibida como cómplice indirecta de la ofensiva en Gaza. El equilibrio es precario, pero la señal ya está lanzada. En el tablero global, pocas cosas pesan tanto como la gestión de las escalas militares. Y Rota y Morón se han consolidado, en esta partida, como territorios donde España se reserva la última palabra.
Mohamed BAHIA
29/09/2025