En una conferencia impartida en la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago, la embajadora de Marruecos en Chile, Kenza El Ghali, delineó con detalle la esencia de la política africana del Reino, una estrategia inspirada en la visión del rey Mohammed VI y centrada en tres pilares clave: solidaridad activa, cooperación Sur-Sur y un desarrollo sostenible capaz de reconciliar progreso económico y cohesión social.
Lejos de ser un discurso meramente protocolario, la intervención de El Ghali recordó que Marruecos no solo ha acompañado históricamente a los pueblos africanos en su lucha por la independencia, sino que hoy busca consolidar ese compromiso en un continente que reclama nuevas respuestas estratégicas. Según la diplomática, los proyectos estructurantes impulsados desde Rabat —desde infraestructuras hasta energía renovable— no buscan reproducir relaciones jerárquicas, sino promover alianzas equitativas donde nadie quede en la periferia del desarrollo.
Un aspecto central de su exposición fue la prevención del extremismo y la lucha contra el terrorismo, ámbitos en los que Marruecos ha apostado por un modelo singular: la formación de ulemas africanos en un marco institucional que privilegia un islam moderado, inclusivo y atento a las realidades africanas. Más que una política de seguridad, se trata de una estrategia que combina educación, prevención y diplomacia espiritual.
La embajadora también destacó la dimensión humanitaria de la política migratoria marroquí, reconocida por organismos internacionales. Recordó que las campañas de regularización de 2014 y 2017 otorgaron derechos fundamentales a decenas de miles de migrantes, en su mayoría subsaharianos, convirtiendo al Reino en un referente regional en la gestión de la movilidad humana. En paralelo, informó de los esfuerzos sostenidos contra la migración irregular, que solo en 2024 permitieron frustrar más de 78.000 intentos de salida clandestina.
En el plano territorial, El Ghali situó el Sáhara como eje estratégico de la integración continental, y puso como ejemplo el puerto atlántico de Dajla, concebido para conectar no solo a Marruecos, sino también a África Occidental con las redes globales de comercio. Subrayó además que el respaldo internacional al plan de autonomía propuesto por Marruecos sigue creciendo, con apoyos explícitos de países europeos de peso y un reconocimiento constante de Estados latinoamericanos como Chile.
La causa palestina, piedra angular de la acción internacional del Reino, ocupó también parte destacada de su intervención. El Ghali recordó que Marruecos fue el único país en lograr enviar ayuda humanitaria terrestre a Gaza, lo que refleja —dijo— el compromiso personal y político del Rey Mohammed VI en su calidad de Presidente del Comité Al-Qods.
El acto, organizado junto al Centro Cultural Mohammed VI para el Diálogo de Civilizaciones, no fue un simple ejercicio académico. Con la presencia de autoridades, académicos, estudiantes e intelectuales chilenos, se convirtió en una demostración de cómo la diplomacia cultural puede tejer puentes eficientes entre África y América Latina.
En suma, la conferencia de Santiago no solo ratificó el anclaje africano de Marruecos, sino que proyectó su vocación de tender puentes estratégicos y humanos más allá del Atlántico. Como quien coloca piezas en un mosaico, la embajadora fue ensamblando la idea de un Marruecos que se piensa no como un actor aislado, sino como un nodo vital en la red de solidaridades emergentes del siglo XXI.
Un Marruecos que, entre historia y modernidad, busca hacer de la cooperación Sur-Sur algo más que una consigna: una práctica capaz de construir futuro.
26/09/2025