Las medidas diplomáticas adoptadas por España contra Israel en el marco de la guerra en Gaza están empezando a tener repercusiones visibles más allá de lo político. El impacto se refleja cada vez más en el ámbito cultural, tecnológico y deportivo, con una ola de boicots y retiradas que amenaza con extenderse a varios países europeos y con efectos tangibles sobre la presencia internacional de Israel.
El caso más reciente es el anuncio de que Israel no asistirá al Mobile World Congress (MWC) 2026 en Barcelona, la mayor feria tecnológica del mundo. Aunque no existía una prohibición expresa de participar, el Gobierno israelí consideró que las restricciones impuestas en España, así como las posturas críticas del Ayuntamiento de Barcelona, creaban un entorno hostil. La decisión supone una renuncia significativa en un espacio clave para la proyección de su industria tecnológica.
El deporte también ha sido escenario de fricciones. Durante la última edición de la Vuelta a España, las protestas contra la participación del equipo Israel-Premier Tech obligaron a la escuadra a competir sin la palabra “Israel” en su uniforme. Manifestaciones ciudadanas y llamados desde el propio Ministerio de Exteriores español y los organizadores del evento sugirieron que la presencia del equipo podía poner en riesgo la seguridad del resto de ciclistas, lo que reflejó hasta qué punto la política se filtró en un evento de alcance global.
Algo similar ocurrió en Euskadi, donde la organización del Open Basque Country de ajedrez invitó a la delegación israelí a retirarse, decisión que culminó con la ausencia de siete jugadores. La imagen de una bandera palestina presidiendo el frontón de Sestao, sede del torneo, reforzó el simbolismo de este boicot cultural. Todo ello encadena con un clima en el que la presión ciudadana y las decisiones institucionales se retroalimentan.
La tensión se ha trasladado además a Eurovisión, donde Irlanda y Países Bajos anunciaron que se retirarán del certamen de 2026 si Israel participa, sumándose al debate abierto en España sobre si la continuidad del país en el concurso es compatible con los principios europeos de derechos humanos. Las críticas apuntan a que permitir su participación “normaliza” una situación de guerra y desplazamientos forzosos en Gaza. Declaraciones como las del ministro español de Cultura, Ernest Urtasun, han profundizado el debate al calificar de “gobierno genocida” al Ejecutivo de Tel Aviv.
El escenario abre un nuevo frente de aislamiento para Israel. Lo que empezó como medidas diplomáticas y restricciones municipales en España ha derivado en un efecto dominó que alcanza eventos internacionales de primer nivel. De seguir así, la estrategia de boicot cultural y deportivo podría expandirse a más países europeos, configurando un terreno donde la política exterior de Israel enfrenta no solo sanciones estatales, sino también un creciente rechazo social y cultural en los espacios de proyección global, al menos por ahora en Europa.
13/09/2025
María Angélica Carvajal