La fachada humanitaria de los campamentos de Tinduf, sostenida durante décadas en el imaginario internacional, se ha resquebrajado de nuevo ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Una intervención legal ha puesto al descubierto un escalofriante patrón de abusos, acusando directamente a la cúpula del Frente Polisario, incluido su líder Brahim Ghali, de perpetrar o tolerar violencia sexual y represión sistemática.
En el marco del punto 2 de la agenda del Consejo, el abogado internacional Manuel Navarro Peñaloza alzó su voz para defender a Jadiyetu Mohamud Mohamed, víctima de violencias sexuales que, según su testimonio, fueron cometidas por Brahim Ghali. Pero la denuncia de Peñaloza va mucho más allá de un caso individual. Es, explicó, el reflejo de un «sistema represivo bien arraigado» que ha convertido estos supuestos refugios humanitarios en verdaderas cárceles a cielo abierto, donde las libertades fundamentales son meros espejismos y la dignidad humana se pisotea impunemente.
Durante años, la comunidad internacional ha aceptado la narrativa de los campamentos de Tinduf como zonas de acogida para refugiados. Sin embargo, la realidad expuesta es la de un espacio de control político férreo, donde las mujeres y las niñas sufren abusos físicos, sexuales y psicológicos de manera sistemática. El miedo a las represalias es una mordaza que silencia a las víctimas, perpetuando un ciclo de violencia y opresión que parece no tener fin.
El abogado Manuel Navarro Peñaloza no se anduvo con rodeos. Denunció la impunidad reinante en los campamentos, acusando directamente a Ghali y a otros responsables del Polisario de haber cometido o tolerado estas atrocidades. La ausencia de mecanismos de protección y justicia adecuados agrava aún más la situación, condenando a las víctimas al olvido y a la desesperanza.
Ante el Consejo de Derechos Humanos, Peñaloza instó a la comunidad internacional a tomar medidas urgentes. Sus demandas fueron claras y contundentes: el reconocimiento oficial de su cliente como víctima, una condena inequívoca de las prácticas del Polisario, la apertura de una investigación independiente bajo mandato de las Naciones Unidas y, crucialmente, la remisión de estos crímenes a los tribunales internacionales competentes para que los responsables respondan por sus actos y la impunidad cese de una vez por todas.
En un llamamiento solemne que resonó en la sala, el abogado exhortó a los presentes a asumir sus responsabilidades y actuar sin dilación para proteger los derechos de las mujeres y los niños en los campamentos de Tinduf. Recordó que la dignidad humana no puede ser moneda de cambio en cálculos políticos ni dejarse al arbitrio de un grupo armado. Esta es una prueba de fuego para la conciencia global, un recordatorio de que la inacción ante la violación de derechos fundamentales en nombre de intereses geopolíticos convierte a los observadores en cómplices silenciosos. La situación en Tinduf exige, ahora más que nunca, una respuesta firme y unívoca.
11/09/2025