- En un nuevo episodio que ensombrece cualquier perspectiva de diálogo, las fuerzas israelíes han bombardeado una escuela en la Franja de Gaza, resultando en una masacre donde la mayor parte de las víctimas fueron mujeres y niños. Este ataque, lejos de ser un hecho aislado, se enmarca en una ofensiva militar que, según los últimos datos de las autoridades sanitarias de Gaza, ha cobrado la vida de más de 64.300 palestinos desde el pasado octubre.
La comunidad internacional asiste a una doble y contradictoria realidad: mientras la administración estadounidense intenta reactivar las negociaciones con una nueva propuesta para la liberación de rehenes, la maquinaria de guerra en terreno sigue su curso implacable. Solo en las últimas 24 horas, 83 gazatíes han perdido la vida. De ellos, 31 murieron en circunstancias que pintan un cuadro dantesco de la crisis humanitaria: fueron abatidos mientras buscaban comida para sus familias.
Las cifras de una catástrofe humanitaria
Los números, fríos y demoledores, narran por sí solos la magnitud del desastre:
- 64.368 palestinos muertos desde el inicio de las hostilidades.
- 2.416 de ellos fallecidos en las inmediaciones de puntos de ayuda humanitaria, en una búsqueda desesperada por alimentos.
- 387 muertos oficialmente por desnutrición y hambre, una cifra que incluye 138 niños cuya única guerra fue nacer en el lugar y el momento equivocados.
Estos datos no son solo estadísticas; son el reflejo de un colapso total de las condiciones básicas para la vida, donde la obtención de un bien tan esencial como la comida se ha convertido en un acto de alto riesgo.
La postura intransigente de Hamás y la respuesta israelí
Frente a esta realidad, la propuesta de paz estadounidense choca contra un muro de exigencias maximalistas. Hamás, a través de Basen Naim, uno de sus miembros, ha dejado claro que su condición sine qua non para cualquier acuerdo es el reconocimiento irrevocable de un Estado palestino con capital en Jerusalén Este. Naim ha defendido la resistencia armada como un «derecho legítimo» avalado por el derecho internacional contra la ocupación.
Paralelamente, el grupo afirma estar a la espera de la respuesta israelí a un borrador de tregua parcial y se declara preparado para negociar un acuerdo integral que incluya la liberación de todos los rehenes israelíes a cambio de presos palestinos, el cese definitivo de la guerra y la retirada total de las tropas israelíes de Gaza.
Desde el gobierno israelí, la respuesta no invita al optimismo. El ministro de Asuntos Exteriores, Gideon Saar, ha arremetido contra los países que reconocen o planean reconocer al Estado palestino, tachando estas medidas de «gran error» que «perjudican las opciones de paz». Esta declaración, realizada durante la visita de su homólogo danés, subraya la profunda división que persiste en la arena diplomática.
Un callejón sin salida
El bombardeo a la escuela es la metáfora de un conflicto que devora su propio futuro. Mientras las potencias externas buscan fórmulas de paz sobre el papel, la violencia en el terreno sigue escribiendo su propia y trágica narrativa con sangre inocente. La crisis humanitaria alcanza cotas de tragedia medieval y las posiciones políticas, lejos de acercarse, se radicalizan.
La pregunta que se impone es cruda: ¿Puede realmente existir una vía diplomática creíble cuando la acción militar sobre el terreno continúa escalando? Los hechos sobre el terreno sugieren que, por ahora, la espiral de dolor y destrucción está muy lejos de terminar.
08/09/2025