La ciudad portuaria de Tianjin, en el norte de China, se convirtió este lunes en escenario de una de las reuniones más importantes de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) desde su creación en 2001. El encuentro, marcado por la guerra en Ucrania y las crecientes tensiones entre China y Estados Unidos, estuvo dominado por los discursos de Xi Jinping y Vladimir Putin, que coincidieron en señalar a Occidente como principal responsable de la inestabilidad mundial.
Xi invoca el “espíritu de Shanghái”
En la apertura de la cumbre, Xi Jinping denunció la persistencia de una “mentalidad de guerra fría” y de “comportamientos de intimidación” por parte de Washington. El presidente chino defendió lo que denominó el “espíritu de Shanghái”, un principio fundacional de la OCS que apuesta por la cooperación regional y la no confrontación militar. Según Xi, el mundo necesita “una gobernanza internacional más justa y equilibrada”, en la que los países miembros rechacen la lógica de bloques y fortalezcan un modelo multipolar frente al dominio occidental.
La estrategia de Pekín es clara: consolidar la OCS como un contrapeso a la OTAN y proyectar a China como un pilar de estabilidad en Eurasia. Esta narrativa refuerza la idea de que el gigante asiático quiere ocupar un papel central en la definición del orden global, sobre todo en un momento en el que su rivalidad con Estados Unidos se intensifica en lo económico, tecnológico y militar.
Putin y la guerra de Ucrania
El discurso de Vladimir Putin, por su parte, volvió a girar en torno a la guerra en Ucrania. El presidente ruso insistió en que la intervención militar de Moscú fue consecuencia de un “golpe de Estado apoyado por Occidente” en Kiev y acusó a Estados Unidos y a la OTAN de haber empujado a Europa del Este hacia el conflicto. Con este mensaje, Putin busca reforzar la narrativa de que Rusia no es agresora sino víctima de un cerco occidental, un argumento que pretende ganar eco entre los países de Asia Central y el sur global.
Participación récord
La cumbre reunió a cerca de veinte líderes internacionales, lo que constituye la mayor participación en la historia de la OCS. Entre los asistentes destacaron el presidente iraní Massoud Pezeshkian, el turco Recep Tayyip Erdogan, el bielorruso Aleksandr Lukashenko y los primeros ministros de India y Pakistán, Narendra Modi y Shehbaz Sharif. La diversidad de delegaciones refleja la creciente influencia de la organización, que hoy representa casi la mitad de la población mundial y más del 23% del PIB global.
Este peso demográfico y económico convierte a la OCS en un foro que no solo articula intereses de seguridad, sino también de cooperación energética, comercial y tecnológica, con la ambición de perfilarse como una alternativa al sistema dominado por Estados Unidos y sus aliados.
Equilibrios y tensiones internas
Aun con la puesta en escena de unidad, las diferencias internas siguen presentes. India mantiene un delicado equilibrio: participa activamente en la OCS, pero también es miembro del Quad, el grupo de seguridad que integra junto a Estados Unidos, Japón y Australia. Narendra Modi aprovechó su encuentro bilateral con Putin para destacar la “relación especial y amistosa” entre ambos países, aunque al mismo tiempo pidió a Moscú y Kiev que busquen “un alto el fuego inmediato y una paz duradera”.
Este gesto muestra las tensiones que atraviesa la organización: mientras China y Rusia buscan cohesionar un frente antioccidental, otros miembros prefieren no alinearse plenamente y conservar margen de maniobra en su política exterior.
Diplomacia china en el centro del tablero
El encuentro de Tianjin es el inicio de una secuencia diplomática intensa para China. En los próximos días, Pekín acogerá un desfile militar para conmemorar los 80 años de la victoria sobre el nazismo, con la presencia de Putin, Kim Jong Un y varios mandatarios invitados. El mensaje es claro: mostrar músculo militar y liderazgo político en un contexto global marcado por la polarización.
Aunque China insiste en que mantiene una posición neutral sobre Ucrania, sus críticas al suministro de armas occidentales a Kiev y su cercanía con Moscú alimentan las sospechas de que Pekín respalda de facto a Rusia. Esta ambigüedad refuerza la desconfianza de Europa y Estados Unidos, que perciben en la política exterior china una amenaza a sus intereses estratégicos.
Un bloque en construcción
La cumbre de Tianjin confirma que la OCS se consolida como un espacio en el que China y Rusia buscan articular un bloque alternativo al orden internacional liderado por Occidente. Sin embargo, también evidencia que el proyecto multipolar enfrenta límites derivados de las divergencias internas y de los intereses contradictorios de sus miembros.
Con todo, la foto de Xi, Putin y Modi sobre la alfombra roja resume la intención de proyectar unidad en medio de un tablero mundial fragmentado. Una unidad que, aunque frágil, refuerza el mensaje de que la hegemonía occidental ya no es indiscutida.
01/09/2025