El presidente chino Xi Jinping y el primer ministro indio Narendra Modi aprovecharon el marco del foro de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), celebrado en Tianjin, para enviar un mensaje de acercamiento que trasciende el mero gesto diplomático. Ambos dirigentes, conscientes de la magnitud demográfica y geopolítica de sus países, subrayaron la necesidad de recomponer la confianza tras años de tensiones que congelaron el diálogo político.
Xi Jinping fue explícito al señalar que, siendo China e India los dos países más poblados del planeta y actores centrales del Sur Global, resulta vital que “el dragón y el elefante caminen juntos”. Modi, por su parte, en su primera visita a China en siete años, insistió en que el futuro de la relación bilateral debe basarse en “confianza mutua, respeto y sensibilidad”. Recordó, además, que tras el proceso de desescalada en la frontera se ha logrado un clima de mayor estabilidad.
El lastre de Galwan y la necesidad de reactivar el diálogo
Las palabras de cordialidad llegan después de un largo periodo de distanciamiento. En 2020, el enfrentamiento mortal en el valle de Galwan, que dejó bajas en ambos ejércitos, representó un punto de inflexión que paralizó los canales políticos. Desde entonces, las relaciones se vieron marcadas por la desconfianza, el refuerzo militar en zonas limítrofes y una ausencia casi total de cooperación.
El hecho de que la reunión en Tianjin se prolongara cerca de una hora refleja la intención de explorar vías de normalización, aun cuando las heridas políticas y simbólicas del choque fronterizo siguen presentes.
Comercio y presión arancelaria: la convergencia forzada
Más allá de la frontera, el contexto internacional añade otro incentivo para el acercamiento. Tanto China como India sufren actualmente la presión de aranceles punitivos por parte de Estados Unidos.
En el caso de China, los gravámenes alcanzan el 30% y podrían dispararse hasta el 145% en noviembre si fracasan las negociaciones comerciales con Washington.
India, por su parte, enfrenta un 50% de impuestos sobre todas sus exportaciones, consecuencia de su negativa a renunciar a la compra de petróleo ruso.
Este escenario coloca a ambos países en una posición de vulnerabilidad frente a Estados Unidos y, al mismo tiempo, abre un espacio de convergencia estratégica: reducir la dependencia de Occidente y reforzar la cooperación Sur-Sur.
Un equilibrio delicado: Modi entre Beijing y Tokio
La visita de Modi a China estuvo precedida por una parada en Japón, donde firmó con el primer ministro Shigeru Ishiba un acuerdo de seguridad económica en sectores de alta tecnología como semiconductores, inteligencia artificial y energías limpias. Tokio se comprometió, además, a invertir 67.000 millones de dólares en India en la próxima década y a transferir tecnología ferroviaria de alta velocidad (Shinkansen serie E10).
Este movimiento diplomático refleja el juego de equilibrios de la India: acercarse a China sin descuidar su asociación estratégica con Japón y, de manera más amplia, con el bloque del Indo-Pacífico.
Una reconciliación aún parcial
A pesar del tono positivo del encuentro, Modi decidió no asistir al desfile militar en Beijing por el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, al que sí acudirán figuras como Vladimir Putin y Kim Jong-un. Este gesto sugiere que, si bien existe una disposición a mejorar la relación, persisten límites claros en la cooperación política y militar.
En esto, el acercamiento entre China e India no responde únicamente a la voluntad de superar viejas heridas, sino también a la necesidad de adaptarse a un entorno internacional hostil marcado por las sanciones comerciales de Estados Unidos. Lo que está en juego es si dos potencias rivales, con disputas no resueltas y ambiciones regionales superpuestas, pueden encontrar un terreno común para proyectarse como motores del Sur Global.
31/08/2025